Thursday, March 01, 2007

Artículo en Revista Semana de Colombia

El regreso de Andrés Caicedo

Treinta años después de su trágica muerte, se publican las memorias inéditas del escritor caleño.

Por: Luis Fernando Afanador

Es emocionante leer un texto inédito de un escritor que a uno le interesa y que falleció hace mucho tiempo. De alguna manera, es como si todavía siguiera escribiendo y publicando, como si no hubiese muerto. Eso fue lo que sentí al comenzar a leer El cuento de mi vida, de Andrés Caicedo, que reúne una serie de textos autobiográficos, fotos desconocidas y sus últimas cartas. Gracias a este hecho feliz, volví a escuchar su fresca y angustiada voz diciendo cosas nuevas.

Cuando Andrés Caicedo se suicidó, el 4 de marzo de 1977, dejó en la casa de sus padres en Cali -que siempre lo esperaba en sus múltiples retornos- libros, manuscritos, cuentos, afiches, guiones, casetes de música, revistas y diarios. Doblegada por su muerte trágica, la madre guardó todo en unos baúles y les echó candado. Así permanecieron hasta que la urgencia de su padre por reencontrarse con su hijo hizo que se abrieran y que le dedicara el resto de su vida a clasificar su obra póstuma en colaboración con unos "pocos buenos amigos" de Andrés. De ese trabajo salieron varios libros que han servido para consolidarlo como escritor y también para acrecentar su mito.

Sin embargo, había unas piezas que su hermana Vickie rescató de la casa de sus padres para evitar que ellos las leyeran, debido a las dolorosas alusiones familiares y personales que contenían. Eran cuatro cuadernos argollados, escritos con su puño y letra: sus diarios. Reposaron durante 30 años en su mesa de noche y su lectura sólo fue compartida con su hermana Rosario. ¿Por qué entonces sacarlos ahora a la luz pública? "Ya era hora: hay que cerrar los ciclos -dice Vickie-. Se han tejido demasiadas leyendas sobre cómo fueron su últimos años. Nos pareció correcto que Andrés contribuyera a esclarecer los hechos dando su propia versión. Además, en vida él luchó mucho para publicar sus cosas, tocó muchas puertas. De cierta manera, publicarlo es hacerle un homenaje".

En compañía de María Elvira Bonilla -editora de Norma y quien había conocido a Andrés Caicedo- hizo una selección de los diarios dándole un hilo conductor que llamaron "La recta final", es decir, dejando únicamente lo que fuera significativo para entender su vida y su obra. Los manuscritos se organizaron en cuatro capítulos. El primero, Remontando el río, es una minibiografía que escribió en la clínica Santo Tomás de Bogotá, donde permaneció 39 días sometido a un tratamiento de desintoxicación luego de su primer intento de suicidio. El segundo, Silvia, describe muy bien el lugar y el estado emocional en que escribió ¡Que viva la música! El tercero, De película por Los Ángeles, cuenta los pormenores de su fallido intento de vender un guión cinematográfico en Hollywood. El cuarto, La recta final, revela su desencanto interior y con el medio que lo rodeaba. El epílogo son un par de cartas bastantes reveladoras escritas el día de su muerte. Una, de amor desesperado, a su "Patricita linda", y la otra, que quedó en el rodillo de su máquina de escribir, al crítico de cine español Miguel Marías, llena de proyectos y que por eso mismo arroja dudas sobre la decisión que tomaría instantes después.

En fin, un libro que dará mucho que hablar, que tal vez acrecentará el mito. Pero sin duda, interesante y de gran valor. Ni en sus momentos más desesperados pierde Andrés Caicedo su irresistible encanto de eterno adolescente.

Tomado de Semana.com

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2 Comments:

At 8:25 PM, Blogger Liliana said...

Quiero leerlo, ¡¡¡yaaaaa!!!

 
At 10:10 PM, Blogger Kaikiat said...

Yo lo estoy leyendo y hasta el momento me ha parecido sumamente interesante, hay detalles desconocidos sobre la vida del "triste caminante" que no conocia, la verdad se lo recomiendo a todo aquel que quiera leerlo "en la clandestinidad del grupo selecto".

 

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